"La escuela, en esta sociedad del conocimiento debe dar lugar a la divergencia, a la diversidad: allí donde “todos” puedan aprender, respetando los diferentes tiempos, los disparejos ritmos, pronosticando la pluralidad de los alumnos y aceptando cada desafío. Así, no sólo estaremos transmitiendo otras miradas sino que también todos en conjunto estaremos practicando el concepto de Justicia Social" Prof. Nora B. Arana

viernes, 4 de mayo de 2012

Dr. Arturo H. Illia


Hoy existe en la sociedad un substancial déficit de valoraciones éticas. Muchos niños y niñas poseen y sufren vivencias en su entorno socio-familiar-escolar que denotan demasiadas anulaciones, frustraciones, sentimientos de desvalorización, baja autoestima, cercenamientos, problemas de atención intelectiva y sufrimientos que conllevan, por ende, un fuerte déficit de valores.
Fuerte déficit de valores que vivenció nuestra sociedad durante largos períodos democráticos y que aún hoy estamos reconstruyendo.
Los exitosos golpes militares que tuvieron lugar en la Argentina en el siglo pasado, antes de la presidencia del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, no ocurrieron en un vacío político; más bien estuvieron siempre acompañados por un sustancial apoyo civil. En cada una de las instancias militares, desde 1930 hasta 1976, militares ambiciosos fueron alentados por líderes de partidos políticos para derrocar al gobierno en cuestión.
El aliento no sólo provino de políticos civiles, sino también de hombres de negocios, periodistas, y, ocasionalmente de líderes sindicales.
Una de esas ocasiones fue el derrocamiento del presidente Dr. Arturo Humberto Illia, el 28 de Junio de 1966. Desde el momento en que Illia llegó al gobierno el 12 de Octubre de 1963, empezaron a tenderse los hilos de la conspiración con campañas de desprestigio que darían sus frutos. En los meses precedentes al golpe de Estado, líderes sindicales peronistas, en contacto con militares conspiradores; periodistas como Jacobo Timmerman, que dedicaba sus talentos en cuestionar la capacidad ejecutiva del Presidente y minar su prestigio a los ojos de civiles y militares, propiciando encuestas de opinión pública destinadas a mostrar que una mayoría de la población estaba a favor de un golpe de Estado; intereses empresariales -tanto nacionales como internacionales- hicieron que el Dr. Arturo Illia sobreviviera en su despacho presidencial menos de tres años pese a su reputación universal de decencia y honestidad.
Illia llamaba la atención por su aspecto bondadoso y paternal, sin modales solemnes.
Después de largo tiempo hasta sus más críticos opositores terminaron reconociendo que tanto en su manejo económico, como en casi todos los terrenos, un estilo moderado y gradualista fue la nota característica de su gobierno.
Se le reconoce, además, al gobierno del Dr. Illia,  su austeridad republicana, su honestidad administrativa y el respeto por la legalidad y la libertad de expresión.
Los valores que denotaba este Presidente Argentino son principios que se deben constituir en cada uno de los rincones de nuestra sociedad y que deben ser llevados a la práctica desde el quehacer de nuestras acciones cotidianas. Por último,  creo que, esta realidad compleja en dónde todos estamos sumidos, es el gran desafío que tenemos en materia de Educación. Debemos crear las condiciones pertinentes para que cada alumno construya sus aprendizajes, brindando, desde todos y cada uno de nuestras esferas, opciones para el crecimiento integral de nuestros jóvenes.
Prof. Nora Arana

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