Krisis, del griego, significa
rotura. Es parte de la crisis hablar de
la crisis y no definir en qué consiste, ni mucho menos preguntarse qué se hace
y cómo se hace para salir de ella, de esta situación de rotura.
La crisis nos empuja a
comprometernos en la cimentación de algo nuevo. Frente al hambre, la pobreza,
el desempleo, la inseguridad, la corrupción política, y las discriminaciones de
diversas índoles que sufrimos en nuestro país: nuestros niños y nuestros jóvenes
son los más desamparados. Porque su futuro es un gran signo de pregunta que
ellos mismos muchas veces se resisten a pensar ante la realidad del presente. Y
es en este contexto donde la Educación, a través de sus instituciones, tiene mucho
para ver, decir, decidir y hacer.
En un trama de cambio como la que
vivimos, ya no es posible seguir repensando, nostálgicamente, en los valores
que perdimos. Principalmente, porque la propia imagen de valores perdidos enclaustra
una confusión.
Valores como la vida, la paz, la
solidaridad, la tolerancia, la dignidad, el respeto, la justicia están vigentes:
son motivos de declaraciones internacionales, son reconocidos universalmente.
Sin embargo, en nuestra vida cotidiana los mismos han sido desjerarquizados. De
nada parecieran sirven las declaraciones, si luego lo que llevamos a cabo se
convierte en letra muerta. Una sociedad mejor debemos construirla entre todos y
para ello es necesario que cada uno concentre una dimensión de valores en todos
sus ejercicios, aún en los más cotidianos, porque es allí donde se exteriorizan
y despliegan la falta de respeto y la intolerancia hacia lo disímil.
En escenarios como éstos, la
Educación tiene grandes patrimonios para generar un cambio. La Educación es un
medio privilegiado para fomentar y animar el desarrollo de actitudes encaminadas
al logro de un mundo más equitativo y solidario. En términos generales, Educar
en valores es ofrecer las señales necesarias para orientar la cimentación de un
proyecto de vida.
El aula es un espacio ideal para
educar en valores. Los docentes tenemos la posibilidad de crear climas, con
compromiso, creatividad, diálogo, y capacidad de crítica suscitando el desarrollo
de actitudes que les permitan a los chicos y también a nosotros mismos comenzar
a modificar y vislumbrar el futuro. Prof. Nora B. Arana
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